Que nadie se quede en su casa
“La inacción genera dudas y miedo.
La acción genera confianza y coraje”
Dale Carnegie
A pocos días de la elección del poder judicial se han vertido infinidad de opiniones sobre la conveniencia o no de salir a votar. Hay voces que, de buena fe, invitan a apoyar candidatos y candidatas con perfiles que valen la pena, que no tienen nada que ver con el oficialismo. De lo perdido, lo que aparezca, no podemos dejar que los morenarcos se lleven todo. Por otro lado, se promueve la abstención para no hacerle el juego a una burla a la voluntad ciudadana, proceso que nació, se desarrollo y se formalizará como el último clavo en el ataúd de la democracia mexicana. Ambas posturas merecen todo nuestro respeto, ya que la decisión de votar o no, se ha tomado, supongo, después de una seria reflexión de las consecuencias de nuestra decisión. Sin embargo, la mala noticia es que, votando o no votando, al poder judicial ya lo perdimos desde que se aprobó la reforma constitucional. Independientemente del resultado, la cuatroté ya se apoderó de los tres poderes de la unión. No hay vuelta atrás.
Es por ello por lo que valdría la pena cambiar el enfoque. Pensemos diferente, actuemos disruptivo. Ante hechos consumados la pregunta que deberíamos hacernos es ¿qué vamos a hacer como Resistencia Ciudadana para hacerle frente a esta realidad en la que viviremos de aquí en adelante? Lo primero que valdría la pena hacer es reencontrarnos como mexicanos quienes no estamos dispuestos a vivir bajo un régimen dominado por la corrupción y el crimen organizado. Unirnos en las calles, en la acción, en el movimiento. De nada sirve gritar a los cuatro vientos que no avalamos el proceso electoral y quedarnos cómodamente en nuestra casa. Tampoco sirve ir a votar y regresar a ver la televisión o las redes esperando a que algunos de los candidatos no oficialistas salgan ganadores. Un excelente pretexto para reencontrarnos es acudir a las marchas que se están organizando en varias ciudades del país. Vayamos a manifestarnos, a dejar en claro, visiblemente que estamos en contra. Que nos veamos los unos a los otros. Hablémonos, intercambiemos datos, identifiquémonos como integrantes de alguna organización ciudadana o como mexicanos que queremos una mejor nación. Antes y después de ir a las marchas acudir a una casilla a fin de constatar el número de personas que acuden a votar, cuánto tiempo se tardan, si hay operación acordeón, si llevan acarreados. Tomar fotografías, videos, evidencia de las malas prácticas que seguramente veremos. Que todo esto no servirá de nada para detener el fraude, posiblemente no, pero conoceremos más a fondo al enemigo y podremos aprender a desarrollar antídotos para lo que siga. Nos espera una larga lucha para restablecer la democracia. Más nos vale aprender de nuestros errores, conocer las prácticas que nos han llevado a la derrota, idear nuevas formas de combatir, de convencer a los apáticos e indecisos.
Que el 1 de junio sea el inicio de volver a coincidir, de recordar que juntos podemos más que cada uno por su lado. Que nuestras diferencias son infinitamente más pequeñas que las coincidencias en las que podamos trabajar. Que nadie se quede en su casa. Cada uno tenemos una responsabilidad de actuar en beneficio de nuestras familias, nuestra comunidad, de nuestro país. Por lo pronto, primero iré a la casilla más cercana a mi domicilio para ser testigo de lo que pueda ocurrir. En consciencia he decidido no votar. Posteriormente nos veremos en el Ángel de la Independencia a las 11 am. Al terminar, regresaré a la casilla hasta el cierre para conocer la afluencia de votantes y contrastarla con la versión oficial. Hay mucho que hacer. ¡A darle!