Que la paz esté con todos ustedes

“Hay en el espíritu humano muchas fuerzas

que permanecen latentes hasta que la ocasión las despierta y aviva.”

Papa León XIII

      Desde el día de ayer, jueves 8 de mayo, la Iglesia Católica tiene un nuevo Papa: Robert Francis Prevost Martínez, quien escogió el nombre para su pontificado de León XIV.  En estos días seguramente se hablará mucho sobre el significado de quien se convierte en el primer Papa estadounidense, que cuenta también con la nacionalidad peruana. Obviamente no tengo ni la experiencia ni los conocimientos para opinar sobre las profundidades de su pensamiento y acciones, pero sí una opinión como católico mexicano, no muy practicante que digamos. A bote pronto me detengo en dos aspectos que me parecen importantes: Las primeras palabras con las que se presentó al mundo y el nombre de León XIV.

 

      Con respecto a lo primero, su discurso tuvo como eje central a la paz. Habló de una “Paz desarmada y desarmante. Paz perseverante… El mal no prevalecerá… Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes… para ser todos un solo pueblo en paz… una Iglesia que este siempre cerca de quienes sufren…” Este mensaje obviamente tiene como destinatarios a todos aquellos países que están o que apoyan las guerras en gran parte del planeta. Sin embargo, como mexicanos, a nosotros nos debe calar hondo este llamado. Más de 200 mil personas asesinadas, más de 50 mil desaparecidas, gran parte de nuestro territorio dominado por el crimen organizado, política de abrazos a los delincuentes y balazos, reales y figurativos, a quienes disienten del oficialismo. El mensaje es “el mal no prevalecerá”. Palabras que vienen de la máxima autoridad de una Iglesia con más de mil trescientos millones de creyentes en todo el mundo. En nosotros está hacer nuestra esta misión y ponernos a trabajar para hacerla realidad. Pongámonos a construir puentes para lograr el entendimiento entre quienes buscamos una paz desarmada y desarmente. Perseveremos venciendo los resquemores, las desconfianzas, los egoísmos, los malentendidos. Si establecemos como eje central la búsqueda de la paz, seguro podremos ponernos de acuerdo para trabajar todos juntos por ella.

 

      La segunda reflexión tiene que ver con el nombre de León XIV, en clara alusión a las acciones de León XIII, cuyo pontificado se desarrolló entre los años 1878 y 1903. Su encíclica “Rerum Novarum” (1891) marcó de manera muy importante la evolución de la Doctrina Social de la Iglesia. Se considera también como la base del nacimiento de la Democracia Cristiana. En ella apoya a la clase trabajadora en su defensa por las injustas condiciones que imponían los grandes capitales, a la vez que defiende la propiedad privada y condena al socialismo.  Volviendo a México, de las múltiples interpretaciones que cada quien podrá sacar de la elección de León XIV, yo me quedo con estos dos mensajes, la búsqueda de la paz a través de tender puentes para trabajar al lado de los que más sufren, guiados por la Doctrina Social de la Iglesia.

 

      Hoy más que nunca, con la elección de un nuevo Papa con sus particulares características, debemos recordar que nuestra lucha no es por cosas materiales per se, sino por principios espirituales. El respeto a la dignidad de la persona humana ha de ser nuestra guía de acción, para encontrar y poner en práctica políticas públicas que lo hagan realidad. Nuestra misión es tender puentes para, entre todos, sin polarizaciones ni exclusiones, trabajar por el bien común. El camino para lograrlo es a través de la subsidiariedad, que alienta el desarrollo personal y comunitario antes que una entidad mayor intervenga en su auxilio. Y la indispensable solidaridad entre hermanos, en las que nos apoyamos unos a otros a fin de que nadie se quede atrás.

 

      Si la máxima autoridad de la Iglesia Católica se renueva, sigamos su ejemplo, para reflexionar lo hecho hasta ahora y plantearnos nuevos caminos, nuevas formas de actuar a fin de lograr el México que queremos, libre, democrático, en paz. Pensemos diferente, actuemos disruptivo, con ánimos renovados y reenfoque de objetivos. ¡Si se puede!