Es tiempo de que haya consecuencias
“Evite la fortaleza y ataque la debilidad”
Sun Tzu
Ha terminado la farsa de las elecciones del poder judicial. Por un lado, los narcomorenos afirman que fue un éxito rotundo. Por el otro, la oposición y la comentocracia afirman que fue una burla, una simulación y un evidente fracaso. ¿Quién tiene la razón? Ambas posturas son correctas dependiendo de los resultados que buscaba cada uno. Por el lado del oficialismo es un hecho que logró concretar el plan c que buscaba destruir el poder judicial como lo conocemos hasta ahora. Logró llevar a voto popular a los nuevos integrantes juzgadores federales. Desplegó por todo el país los famosos acordeones donde instruían por quiénes votar. De las nueve propuestas a la Suprema Corte de Justicia y las cinco para la nueva “Santa Inquisición”, todos salieron afines a morena, tal como estaba establecido. Con esos resultados, ¿se puede hablar de fracaso? Para ellos no. Lograron el cien por ciento de sus objetivos.
Desde el punto de vista opositor, evidentemente fue un fracaso, ya que solo voto 1 de cada 10 mexicanos, las casillas lucieron vacías prácticamente todo el día. Nunca antes una elección federal había estado tan desangelada como esta. Se evidenció la distribución de acordeones que son la prueba más evidente de la manipulación desde el poder. Esto también es muestra clara de que el pueblo no votó por los candidatos, se los impusieron. La gente no tenía la menor de idea de cómo votar ni mucho menos por quiénes. La cantaleta morenista de que el pueblo, al votar por ellos en el 2024 también votó por un nuevo poder judicial, cayó por los suelos. La cantidad de votos nulos y mentadas de madre superó con mucho al candidato que quedó en primer lugar. Y, sobre todo, el tema de la legitimidad del nuevo poder judicial queda manchado de origen por las innumerables muestras de corrupción, dispendio de dinero, violaciones a cuanta ley se les puso enfrente, el descaro con que manipularon la elección de principio a fin, y muchos argumentos más. Y a pesar de todo ello la nueva conformación del poder judicial es un hecho.
La gran y grave pregunta que nos debemos hacer la oposición de aquí en adelante es ¿Qué sigue? Del lado del morenismo esta muy fácil. Mientras no haya mayor resistencia y no pase nada, seguirán por el mismo camino que les ha redituado prácticamente todo lo que se han propuesto. Por ello ¿No es hora de que haya consecuencias por todos los atropellos que se han hecho? ¿No es momento de que la Resistencia, partidista y ciudadana, nos convoquemos a dialogar, comprender, perdonar, unirnos hacia un objetivo común? Es frustrante leer en decenas de chats que todavía no superamos el descalabro del 2024. Que los partidos de oposición no estuvieron a la altura. Que Xóchitl se vendió, nos traicionó. Que los ciudadanos no pudieron sustituir la convocatoria que los partidos no lograron realizar. Que necesitamos un líder que nos guíe. Que ¿quién podrá defendernos? Y mil pretextos más. Con todo respeto, así solo nos daremos cada uno la razón, pero no llegaremos a ningún lado. Para poder sentarnos a dialogar sin recelos ni fobias habrá primero que estar de acuerdo en que ya no vivimos en democracia como la conocíamos antes. Hoy el panorama es totalmente diferente, por lo que debemos pensar y actuar diferente.
Uno de los consejos de Sun Tsu para ganar batallas es “Evite la fortaleza y ataque la debilidad”. ¿Cuál es uno de los mayores éxitos de los narcomorenos para seguir con el apoyo del pueblo? Los programas sociales. Ahí esta su fortaleza. Cambiemos el enfoque, no nos concentremos ahí. Busquemos su debilidad. ¿Ilegitimidad, corrupción, inseguridad, falta de estado derecho, dispendio sin fondo de recursos federales? Habrá que pensarle concienzudamente, compartir ideas, intercambiar puntos de vista, encontrar lo que nos favorezca, evitar lo que nos divida. Pero, sobre todo, definir la estrategia precisa que nos enfoque en un mismo objetivo y que logre debilitar al enemigo, con hecho, no con palabras. Tenemos poco tiempo. Empecemos hoy.