¿Dónde está la Resistencia?
“La sociedad humana está tan mal tanto por las fechorías de los malos,
como por el silencio cómplice de los buenos”
Facundo Cabral
Existen hechos coyunturales que nos definen como ciudadanía: Injusticias a ciertos sectores de la sociedad, atentados contra el medio ambiente, actos criminales que no podemos pasar por alto, decisiones de autoridades que van en contra del bien común. Ser ciudadano y actuar como tal es interesarse por lo que sucede en mi ciudad, por intervenir activamente para que lo que consideramos que está mal, lo evitemos y busquemos por los medios a nuestro alcance que le vaya bien a mí y a la mayoría de quienes viven en el lugar donde habito. Un movimiento de resistencia de la sociedad civil organizada no solo se debe enfocar en la denuncia, sino también en la construcción de alternativas. Es fundamental trabajar en la creación de espacios de diálogo y colaboración, donde se fomente la participación ciudadana en la toma de decisiones. Esto es especialmente relevante en contextos donde los canales tradicionales de participación política están cerrados o son ineficaces.
Así las cosas, es evidente que en México se están presentando innumerables casos en las que millones de ciudadanos nos estamos viendo afectados, tanto como personas como por el resquebrajamiento de las instituciones que nos han regido como sociedad. Son tantos los atropellos que vemos día a día que un escándalo es sucedido por otro, a tal grado que se han normalizado. Ya no producen indignación activa. Sí nos da rabia, nos da coraje, nos enojamos, pero no hacemos nada más que difundir en redes sociales las noticias y opiniones en contra, que nos llegan por muchos lados. En dichas redes, por varios colectivos se llegó a afirmar que se requería un movimiento de resistencia para contrarrestar el alud de malas decisiones y muestras evidentes de corrupción, agandalle, cinismo, mediocridad de la clase gobernante. Sin embargo, dicha resistencia brilla por su ausencia. Ni partidista ni ciudadana. ¿Qué pasó? ¿Dónde quedó esa furia ciudadana que surgió después de las elecciones del 2 de junio del año pasado?
Temas para movilizaciones activas hay de sobra. El desabasto de medicinas en los hospitales producto exclusivo de la ineptitud, mediocridad y corrupción del morenismo. La colusión del oficialismo con el crimen organizado que ha dado como resultado que gran parte del territorio de nuestro país este bajo su mando. Los nuevos hechos de corrupción que brotan día a día sin ninguna consecuencia para los que la cometen y solapan. Si hay un hecho coyuntural que nos debería de reactivar como esa resistencia perdida, es el proceso de la elección del poder judicial. Ser parte de esa resistencia implicaría estar atento a cómo evoluciona, a estar interesados a escuchar pros y contras sobre participar o no, sobre votar o abstenerse. Estar abiertos a razonamientos, argumentos de ambos lados y así tomar una decisión realmente estudiada, valorada, pensada. Lo que sí es digno de sopesarse, son los comentarios que descalifican a todo el proceso a priori, sin un análisis, sin argumentos más que los que “yo pienso así y punto. No quiero saber más”. ¿Realmente opinar desde mi casa, sin siquiera tomarme la molestia de valorar argumentos, cerrar mi mente a cualquier tipo de comentarios de personas que saben y proponen acciones, eso es la resistencia? ¿En verdad creemos que lograremos cambiar a México cuando no podemos ni siquiera cambiarnos a nosotros mismos? Los partidos políticos de oposición no cuentan con la confianza de las y los ciudadanos. La ciudanía no muestra signos de contar con los arrestos de prescindir de los partidos y guiarnos hacia mejores derroteros. ¿No será hora de hacer las paces partidos y sociedad a fin de ver como sí colaborar, como sí lograr acciones concretas y no solo desconfiar unos de los otros?
La resistencia es un buen calificativo para un movimiento que debe liderar todos los esfuerzos que hoy están dispersos, ineficaces, desorganizados. La ciudadanía no puede sola. Los partidos tampoco. Aprovechemos estos hechos coyunturales que dañan lo más preciado que tenemos a fin de galvanizar acciones que nos unan, nos den fuerza, nos movilicen, nos sacudan, nos saquen de nuestra zona de confort. Como dijera el poeta “caminante no hay camino. Se hace camino al andar”. Comencemos que vamos tarde.