Desinformación como política de gobierno

“Si puedes controlar la información, puede controlar a la gente”

Tom Clancy, novelista.

      Desde que el mundo es mundo todo gobierno busca controlar la información que se genera en su ámbito de influencia, a fin de exaltar todo lo bueno que hace y minimizar lo malo. Este fenómeno se acrecienta cuando el poder no tiene límites en regímenes autoritarios, dictatoriales y, en su época, monárquicos. Es por ello por lo que en muchos países de diseñó un esquema republicano, democrático, donde el poder se dividió para su ejercicio en ejecutivo, legislativo y judicial. Las reglas las pone el legislativo, las lleva a la práctica el ejecutivo y el judicial interviene cuando existen conflictos por ambas prácticas. En nuestro México vivimos 70 años de un régimen de partido hegemónico donde la información manaba y se controlaba desde el poder. Al inicio del siglo XXI, con el triunfo a nivel federal por primera vez de un partido de oposición, se abrió un periodo donde en la práctica había verdaderos contrapesos entre los tres poderes, ya que ninguna fuerza política podía avasallar a las otras, en un esquema netamente institucional. Por supuesto, que no se vivía en el paraíso o que todo funcionaba a las mil maravillas, pero sí que el poder estaba dividido y para ejercerlo cada instancia tenía sus límites.

 

      Todo esto se fue acabando con la llegada al poder del morenismo. Poco a poco se trabajó persistentemente para ir cooptando al poder legislativo para, posteriormente, hacerse del judicial. Uno de los principales instrumentos utilizados por el gobierno anterior para controlar y dirigir la información que se quería dar a conocer fueron las conferencias de prensa mañaneras. Con la famosa frase de “yo tengo otros datos” la realidad se fue trastocando a tal grado de documentar miles y miles de mentiras que se dijeron entonces, sin que hubiera un contrapeso efectivo que las pudiera evidenciar para que los mexicanos supieran la verdad. Al contrario, ha sido tal su eficacia que el actual gobierno ha seguido con las mismas conferencias mañaneras, buscando controlar y dirigir lo que el pueblo bueno y sabio debe saber. El resultado ha sido que, a pesar de todos los casos de corrupción que salen diariamente, de la violencia cotidiana sin freno, de la expansión casi inevitable del crimen organizado controlando bastas extensiones de nuestro territorio, y de mil problemas más, la popularidad de la presidenta sigue en niveles muy altos.

 

      En esta misma semana, justamente cuando el gobierno federal estaba presumiendo que la estrategia de seguridad estaba funcionando, y que estaban bajando los índices delictivos, el asesinato de dos cercanísimos colaboradores de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México cimbró en sus centros al morenato. Nos deja un mensaje clarísimo, si los poderosos no tienen cómo defenderse de la delincuencia, menos lo tendremos los ciudadanos de a pie.  Habrá que estar muy atentos a cómo se van desarrollando las investigaciones oficiales y no oficiales. Las y los ciudadanos deberíamos de levantar las antenas para no caer en la muy probable manipulación que nos quiera vender el oficialismo. Habrá que buscar información en varias fuentes, contrastar lo que digan unos y otros expertos y comentaristas. No irnos con la finta de que no pasa nada y que la vida sigue. El crimen del cual nos estamos enterando, llama la atención porque se llevó a cabo contra personas del poder. Sin embargo, no hay que olvidar que diariamente siguen muriendo asesinados mujeres y hombres que solo salen en las noticias como un número más, pero que también tuvieron en vida a seres queridos. Fueron papas, mamás, hijos, hermanos, amigos.

 

      Si ya estamos viendo tiempos difíciles, seguramente vendrán más complicados. Es por ello por lo que los ciudadanos que queremos vivir en paz, tendremos que estar más comunicados, más informados, más organizados, más unidos. Contrastemos las versiones oficiales. Hay mucho que ocultan. Nuestro deber será desenmascararlos y luchar por que la verdad prevalezca, por dolorosa que sea. En este y en muchos temas más que inciden tarde o temprano en nuestras vidas. No Hay más que seguir adelante.