PAN: Un aniversario pasado de noche
“No hay noche, por larga que sea, que no encuentre el día”
William Shakespeare
El Partido Acción Nacional (PAN) cumplió 86 años en septiembre de 2025. Ocho décadas y media de historia deberían ser motivo de orgullo, de celebrarlo a los cuatro vientos, de que todo México lo recuerde con gratitud y cariño. Sin embargo, vivimos una realidad totalmente diferente: Desdibujamiento doctrinal y programático ante la ciudadanía, dilemas no resueltos, estructuras anquilosadas, intereses personales y grupales por encima del bien de la institución y una desconexión evidente con las necesidades y problemas más apremiantes de las y los mexicanos. En un país donde Morena concentra el poder político, el PAN enfrenta su aniversario no como celebración, sino como un reto existencial: definir si será un partido competitivo con visión de futuro o si quedará reducido a ser un actor testimonial, nostálgico de las glorias pasadas.
El PAN nació en 1939 como respuesta ética frente al autoritarismo priista. Su misión inicial fue construir ciudadanía, defender principios democráticos y dignificar la política. Durante décadas fue una oposición austera, sin recursos, pero con credibilidad. Sin embargo, tras llegar al poder con Vicente Fox en 2000 y con Felipe Calderón en 2006, el PAN se contaminó de las prácticas que criticaba: corrupción, pactos con grupos de interés, abandono de principios y falta de congruencia en el ejercicio del poder. Ese quiebre histórico pesa hasta hoy. La narrativa de partido “moral” ya no convence a nadie. Y mientras Morena se presenta como “la esperanza de México”, el PAN arrastra la etiqueta de haberse vuelto indistinguible de lo que combatió.
Por todo ello, la mejor forma de festejar un año más de existencia será plantearse los grandes retos hacia su futuro si quiere volver a ser opción ciudadana:
- a) Reconstruir su identidad ideológica. El PAN necesita decidir si seguirá siendo un partido tan borrado doctrinalmente que no le incomoda aliarse con su rival histórico o si dará un salto hacia una plataforma liberal, democrática y moderna fincada en sus raíces con clara visión de futuro. Su indefinición actual lo vuelve ambiguo y poco atractivo, especialmente para jóvenes que no encuentran causas claras en Acción Nacional.
- b) Conectar con las nuevas generaciones. El 60% de la población mexicana tiene menos de 35 años. Para ellos, el PAN representa un partido viejo, alejado de la agenda contemporánea: diversidad de grupos con intereses muy particulares, medio ambiente, derechos digitales, inteligencia artificial. Si el PAN no incorpora estas banderas, será incapaz de competir con la narrativa clientelar oficialista.
- c) Renovar liderazgos. El Jefe Diego, Calderón, Fox… el PAN sigue cargando con figuras de su pasado. Pero ¿dónde están los nuevos cuadros? La ausencia de liderazgos frescos, con credibilidad y capacidad de inspirar, condena al partido a reciclar viejas voces que ya no conectan con la sociedad.
- d) Construir un proyecto económico y social alternativo. Morena sostiene su poder en programas sociales que generan clientelas políticas. El PAN no ha sido capaz de plantear una alternativa que combine crecimiento económico con justicia social. Sin un proyecto incluyente, Acción Nacional seguirá siendo visto como el partido de los acomodados y las élites, no como el de los ciudadanos comunes.
- e) El reto ético: congruencia o extinción. En tiempos de crisis política, la ética vuelve a ser central. El PAN sólo podría recuperar credibilidad si demuestra que aprendió de sus errores: rompiendo con la corrupción interna, castigando a quienes usaron al partido como plataforma de negocios, y colocando la dignidad de la persona y el bien común por encima de cálculos electorales. Pero este reto exige valor, voluntad política. Y el PAN ha mostrado más comodidad en la negociación que en la confrontación. Si no se sacude esa inercia, terminará siendo un partido fósil, útil apenas como comparsa del sistema.
- f) Una oportunidad aún posible. Un año más de existencia no debe ser sólo conmemoración, sino un punto de inflexión. El PAN podría reposicionarse si asume un discurso disruptivo: no sólo criticar a Morena, sino proponer un modelo de país basado en instituciones fuertes, justicia independiente, economía incluyente y libertades plenas. México necesita contrapesos reales, no oposiciones decorativas.
El aniversario 86 del PAN es un recordatorio incómodo: haber nacido como la voz ética de la oposición no garantiza relevancia permanente. Acción Nacional tiene ante sí la disyuntiva de reinventarse o resignarse a la marginalidad. Si elige lo primero, deberá recuperar principios, modernizar su agenda y conectar con las nuevas generaciones. Si opta por lo segundo, Morena no tendrá que hacer nada: el PAN se habrá autodestruido por su incapacidad de renovarse. En la política mexicana, la historia premia a quienes se atreven a cambiar. El PAN está frente a su última gran oportunidad de demostrar que todavía tiene futuro. ¡A darle!