Nuestra Libertad de expresión bajo amenaza

“Una persona tiene derecho a protestar y el Estado debe protegerle la vida

 sea cual fuere la naturaleza de la protesta.”

Pablo Milanés

      ¿Hasta qué grado de miserabilidad (condición de ser miserable) llegará este gobierno? Miles de ejemplos ha dado de que no le importa el bienestar de las y los mexicanos sino solo conservar el poder a toda costa para seguir enriqueciéndose sin recato alguno como la renovada mafia del poder que antes criticaban con gran furia. A los hechos miserables de dejar a los niños con cáncer sin medicinas y llamarlos golpistas; de que no hay medicinas en los hospitales y culpar a las farmacéuticas a quienes no les pagan; de dejar a su suerte a todos los damnificados de los desastres naturales y echar culpas a gobiernos pasados; de llamar mascotas a quienes reciben programas sociales, con la clara intención de que permanezcan siempre pobres bajo su control.  En fin, de que cualquier problema que ocurre en este país, la víctima nunca son los mexicanos sino el gobierno. El gobierno más atacado de la historia, el gobierno que tiene que enfrentar campañas orquestadas de bots pagadas por oscuros intereses, el gobierno más popular del mundo que recibe ataques injustificados de la derecha. Cuando ya era difícil superar estas vilezas, surge otra recientemente en torno a la manifestación convocada por jóvenes de la Generación Z el pasado sábado 15 de noviembre.

 

      En lugar de que el oficialismo se ponga a investigar quiénes son los actores intelectuales del asesinato de Carlos Manzo, a pesar de que en vida dejó claramente establecido quiénes serían los principales sospechosos. En lugar de contener y desarticular con anticipación al “bloque negro” que aparece con lujo de brutalidad en todas las manifestaciones en contra de morena. En lugar de utilizar la violencia legítima contra los verdaderos delincuentes, la utiliza, ya no legítimamente, contra jóvenes y otros manifestantes que pacíficamente fueron a la plancha del zócalo. En lugar de hacer el trabajo que le corresponde como autoridad, resulta que su interés lo enfoca en descubrir quiénes estaban atrás de la convocatoria a la marcha. ¿No es absolutamente indignante y vil? En el marco de varias mañaneras, la presidente ha estado dedicando horas denostando a quienes osan no estar de acuerdo con su gobierno y movimiento. En la conferencia mañanera del 13 de noviembre, procedió a hacer pública información sensible, incluyendo nombres, fotografías y actividades en redes sociales de varios jóvenes involucrados. Este acto es absolutamente condenable, detestable. Es una clara y gravísima violación a la privacidad y un abuso de poder, ya que expone a los jóvenes al riesgo y pone en cuestión el respeto a sus derechos. Incluso, uno de ellos cuyo “delito” es tener un contrato de publicidad con el PAN, tuvo que salir en redes sociales para despedirse de México, ya que teme literalmente por su vida.

 

      La exposición de datos sensibles de jóvenes por parte del oficialismo morenista no solo es un acto de abuso de poder, sino que también refleja una falta de respeto hacia la juventud y sus demandas. En lugar de fomentar un ambiente de diálogo y respeto, las autoridades han optado por la intimidación y la descalificación, lo que puede tener un efecto disuasorio en la participación ciudadana y en la libertad de expresión. ¿Qué hacer? Por supuesto la CNDH no ha dicho una sola palabra al respecto y seguramente, si abre la boca, lo hará para defender a los pobres policías o una sandez similar. En un contexto donde miles de jóvenes son asesinados por el crimen organizado; otros miles son reclutados a la fuerza por los cárteles del narcotráfico, otros más no tienen ni empleo, ni estudios, ni futuro. Otros son amenazados por el gobierno por el simple hecho de ejercer su derecho a la libre expresión, Ante estos hechos tan graves, no podemos quedarnos callados. Si los dejamos solos seguramente las siguientes víctimas seremos nosotros por no hacer nada y seguir en la indiferencia total a pesar de todas las violaciones a los derechos humanos que estamos padeciendo.

 

     Si los jóvenes son denostados y calificados como enemigos del oficialismo, tendámosles puentes, oigámoslos, entendámoslos, seamos empáticos con sus demandas. Es tiempo de coincidir en proteger sus derecho, que también son los nuestros, para que, si el gobierno se meta con unos, se enfrente a todos. La unión hace la fuerza.