La verdadera traición a la patria. No lo olvidemos
"La confianza del inocente es la herramienta más útil del mentiroso"
Stephen King
En un movimiento tan predecible como desgastado, Morena ha lanzado contra la senadora Lilly Téllez la acusación de “traición a la patria”. Recuerdo muy bien que en los 1980´s el oficialismo priista, nos acusaba a la oposición de lo mismo, además de ser hijos de Maximiliano, solo por pensar diferente y luchar por un México mejor. El motivo actual de esta andanada morenista es que la Senadora de México ha manifestado su disposición a la colaboración con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. La estrategia del oficialismo es clara: criminalizar al adversario político mediante etiquetas incendiarias que poco tienen que ver con la realidad. Pero la pregunta central es: ¿qué significa en verdad traicionar a la patria?
Si somos rigurosos, resulta evidente que la supuesta “traición” de Téllez no resiste el menor análisis. Proponer cooperación internacional para combatir al crimen organizado no equivale a entregar la soberanía nacional. Al contrario, significa reconocer que México enfrenta un problema de dimensiones globales que supera la capacidad de un Estado debilitado y corroído por la corrupción. El narcotráfico no es solo un desafío interno, sino una red trasnacional de armas, dinero y violencia que ningún país puede enfrentar en solitario. En contraste, lo que sí constituye una traición es dejar que el crimen organizado se apodere de grandes regiones del país, que controle la vida política y económica de comunidades enteras, y que sus líderes sean protegidos —de manera abierta o velada— por las autoridades del oficialismo. Esa es la claudicación real: abdicar de la obligación del Estado de garantizar seguridad y justicia.
El caso de Adán Augusto López es ilustrativo. No podemos olvidarlo, a pesar de que estos nuevos escándalos quieran dejarlo en el pasado. El exsecretario de Gobernación, pieza clave en el proyecto de Morena, fue exhibido públicamente por su cercanía con líderes criminales, en particular con figuras de “La Barredora”, grupo ligado al cártel de Sinaloa. No se trata de un rumor ni de un ataque aislado, sino de una muestra clara de la normalización de vínculos entre políticos oficialistas y estructuras del narcotráfico. Mientras se acusa a una senadora opositora por proponer cooperación internacional, se omite deliberadamente señalar como traición a la protección institucional de criminales. El discurso oficialista pretende reducir la soberanía a un nacionalismo de pacotilla. Según esta narrativa, cualquier acercamiento a Estados Unidos es una claudicación. Pero entregar municipios y carreteras al narco es un acto de “prudencia”. Bajo la política de “abrazos, no balazos”, el gobierno ha renunciado a enfrentar a los cárteles con seriedad, disfrazando la inacción con un falso humanismo. ¿El resultado? Más territorios bajo control criminal, más víctimas y más miedo. Evidente colusión del morenismo con el crimen organizado.
La acusación contra Lilly Téllez debe leerse, entonces, como un recurso de distracción. Es más fácil fabricar un enemigo simbólico que responder por la violencia que desangra al país. Es más cómodo acusar a quien exige enfrentar al narco que asumir la responsabilidad de un Estado que ya no gobierna amplias franjas del territorio. La traición a la patria no se mide en discursos, sino en hechos. Y los hechos son contundentes: Morena ha permitido la expansión del crimen organizado, ha tolerado su injerencia en procesos electorales y ha protegido a sus operadores. Ese sí es un crimen hacia el pueblo mexicano, que paga con su vida la complicidad del oficialismo. Lo que también es verdaderamente lastimoso es que ciudadanos de buena fe, “el pueblo bueno” se crean estas patrañas. Buscan desviar la mirada de lo que realmente es importante, lo que su dogma ideológico se niega a ver: apoyan a un narco gobierno y no hay forma de hacérselos entender. ¿Hasta cuándo seguirá su ceguera?
El calificativo de "traidora a la patria" contra Lilly Téllez no solo es infundado, sino que revela la inversión de valores que sostiene al régimen. La verdadera infamia no es abrirse a la cooperación internacional; es haber entregado a la nación al crimen organizado. Y esa es una acusación de la que no podrá escapar Morena. Partidos políticos, sociedad organizada, ciudadanos comprometidos con México apoyemos con todo a Lilly Téllez.