Don Abel Vicencio Tovar: 100 años
“…el origen del nuevo gobierno y de su presidente es ilegítimo
y seguirá siendo ilegítimo hasta el fin de los tiempos.”
Dip. Abel Vicencio Tovar. 1 Diciembre 1988
Este 4 de noviembre conmemoramos los 100 años del natalicio de Don Abel Vicencio Tovar, quien dejó este mundo terrenal el 26 de noviembre de 1994. En tiempos del Relanzamiento del PAN vale mucho la pena recordar líderes que han sido auténticos referentes éticos y luchadores incansables motivados por un profundo amor a México, teniendo como instrumento al partido del respeto a la dignidad humana y la búsqueda del bien común. Antes que político, Don Abel fue presidente nacional de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM). Se incorpora al Partido Acción Nacional en 1948 e inicia toda una carrera de compromiso, tenacidad y liderazgo contra un régimen hegemónico que llenaba todos los espacios de la vida pública, cuando la oposición era eminentemente testimonial. Fue Secretario General del CEN panista de 1960 a 1962 y cuatro veces diputado federal. El Diario de los Debates de la Cámara de Diputados da cuenta de sus valiosas intervenciones en tribuna, llenas de firmes posicionamientos como líder opositor.
Felipe Calderón Hinojosa, en la Presentación del libro Ideas Fuerza en 1997, escribe “Abogado, universitario, católico militante, orador, dirigente estudiantil y político, catedrático, padre de familia, editorialista, litigante, parlamentario. Hábil polemista y en ocasiones político polémico, Abel asume la presidencia del Partido Acción Nacional en el momento de mayor fractura interna, de mayor cuestionamiento, de evidente amenaza de extinción [1978]. Su trabajo leal, inmerso desde luego en la polémica y pasión, no exento por supuesto de humanos contrastes, salvó -hay que decirlo claramente- al partido.”
María Elena Álvarez, su esposa y recopiladora de textos del mismo libro agrega “Los últimos años de la década de los setentas fueron particularmente difíciles en la vida del partido. Un profundo conflicto atravesaba a la institución y amenazaba con fracturarla; las corrientes en pugna habían radicalizado sus posturas y el desaliento de manifestaba entre quienes permanecían al margen. Con este panorama asumió Abel Vicencio Tovar, su décimo segundo Presidente Nacional, del 25 de febrero de 1978 al 11 de febrero de 1984. Vicencio Tovar se entregó a la reconstrucción del partido, convencido de que las diferencias podían ser superadas si los panistas reavivaban esos motivos espirituales. Había que fortalecer su mística y modernizar su estructura y organización. Alimentándose de las ideas de nuestros fundadores, encabezó un esfuerzo que permitió que Acción Nacional no sólo superara la crisis, sino que se proyectara hacia el futuro como una organización fortalecida, eficaz en la acción y de renovada mística de generosidad; lista para enfrentar los desafíos que las nuevas realidades de México comenzaban a plantear, y a los que, por cierto, respondieron quienes después de él encabezaron la dirección del partido”.
Se requieren muchísimo espacio más para dar real cuenta de lo que significa la vida y obra de Don Abel Vicencio Tovar para el PAN y para México. Solo una probadita adicional con la frase al inicio de este artículo pronunciada en la toma de posesión de Salinas de Gortari como presidente de la república, después del enorme fraude electoral de 1988. Así como su valiente enfrentamiento con los militares que custodiaban los paquetes electorales de dicha elección que estaban resguardados en el sótano de la Cámara de Diputados.
Hoy el PAN también vive un momento crucial. Su rumbo será determinado según los caminos que aprobemos los asistentes a la Asamblea Nacional: Por un lado, privilegiar los intereses de grupo, el control de estructuras, un padrón manejable, el repartimiento de posiciones y candidaturas entre cuates, el voltear la mirada hacia otro lado ante actos de corrupción o de moral relajada. Por otro lado, honrar el ejemplo de líderes panistas que trabajaron por un partido democrático, abierto a la ciudadanía, ejemplo de coherencia en el actuar, teniendo como guía el bien de México, guiado por la ética, la mística y el bien común. Un partido que no le tema a confrontarse con el poder, que gobierne de acuerdo con sus principios, que denuncie todo acto de corrupción, aunque provengan de sus mismas filas. Un partido que recuerde que fue fundado con base en motivos espirituales y no de intereses de poder por el poder mismo. A México le urge que estemos a la altura.
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